Anuario Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales

e-ISSN 2218-3639

Volumen 15 Año 2024

Artículo original

Confianza personal, cognición corporizada y sus implicaciones en la toma de decisiones para la cooperación en el entorno organizacional

Personal trust, embodied cognition and their implications in decision making for cooperation in the organizational environment

Ivón Sosa Piedra

https://orcid.org/0000-0003-0467-6182

ivon.sosa@postgrado.uv.cl

Universidad de Valparaíso, Chile

Como citar este artículo: Sosa Piedra, I. (2024). Confianza personal, cognición corporizada y sus implicaciones en la toma de decisiones para la cooperación en el entorno organizacional. Anuario Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, 15, 12-25. https://anuarioeco.uo.edu.cu

Resumen

El desarrollo de las ciencias económicas y en particular las del management, están cada vez más ligadas a la complejidad de los procesos sociales y sus dinámicas, así como a la comprensión del ser humano en interacción con su entorno. En éstos, se han tomado como punto de partida predominante el paradigma clásico del homo economicus, nucleando al sujeto alrededor sus propios intereses, de la autosuficiencia y la competitividad. En contraposición, se propone, a través de los métodos de análisis-síntesis, inductivo-deductivo, con un enfoque multidisciplinar, explorar la dinámica interconectada entre la confianza personal, la cognición corporizada y sus implicaciones en la toma de decisiones para la cooperación en el entorno organizacional. Así, se pudo resignificar y recuperar al cuerpo como objeto de la experiencia y los sentidos como espacio creado y afectado en los entornos organizacionales modernos.

Palabras clave: confianza personal, cooperación, toma de decisiones, cognición corporizada

Abstract

The development of economic sciences, and particularly those of management, are increasingly linked to the complexity of social processes and their dynamics, as well as the understanding of human beings in interaction with their environment. In these, the classic paradigm of homo economicus has been taken as the predominant starting point, rallying the subject around his own interests, self-sufficiency and competitiveness. In contrast, it is proposed, through analysis-synthesis, inductive-deductive methods, with a multidisciplinary approach, to explore the interconnected dynamics between personal trust, embodied cognition and their implications in decision-making for cooperation in the organizational environment. Thus, it was possible to redefine and recover the body as an object of experience and the senses as a space created and affected in modern organizational environments.

Keywords: personal trust, cooperation, decision making, embodied cognition

Recibido: 14/11/2023 Aceptado: 25/1/2024

Introducción

La comprensión del ser humano y su evolución está cada vez más ligada a la complejidad de los procesos sociales y sus dinámicas. Confluyen para esto, múltiples ciencias biológicas, sociales, humanas, con el fin de aproximarse a éste de manera holística y hallar soluciones a diversas brechas cognitivas. Este abordaje inter y transdisciplinar ha enriquecido la búsqueda de la verdad desde las ciencias, que también ha sido cuestionado desde la filosofía.

En este sentido, la perspectiva del individuo veedor de sus propios intereses ha sido el paradigma dominante, para explicar el relacionamiento del individuo y su toma de decisiones (Acedo-Carmona y Gomila, 2019). Lo que ha conllevado a preponderar la competencia sobre la cooperación como mecanismo evolutivo. En las teorías del management, se conjugan las teorías del interés personal con la mercantilización de la existencia, soporte sobre el que se explica el comportamiento humano.

En el entorno complejo en el que se desarrolla el ser humano actual, a partir de su concepción egoísta, la competencia, es la que, en el imaginario y en la construcción y reproducción social ha tenido protagonismo como mecanismo de relacionamiento y establecimiento de redes para el desarrollo. Esta perspectiva que parte del darwinismo social y que se refuerza con Adam Smith, ha fortalecido y validado procesos de colonización y enfoques patriarcales que han terminado por dar forma también a la significación y modos de vivenciales en la sociedad.

Esta, en la contemporaneidad, se erige en un contexto donde el ser humano además, es sujeto y objeto de consumo al tiempo, las políticas para el desarrollo giran en torno a la creación de la riqueza a partir del valor de cambio, separándola de la producción material y de la naturaleza como su soporte. La racionalidad predominante es la económica, lo que termina dando sentido a la construcción de la colectividad que se entiende como simple suma de las partes (Brechin, 2021).

En esta lógica, tienen prioridad solamente los procesos que contribuyen directamente a la producción, excluyéndose los de sostenimiento de la vida. Toman un rol secundario y un reconocimiento inferior, todo proceso que contribuya directamente a la reproducción biológica, de la fuerza de trabajo y de las relaciones de producción (Mies y Shiva; 2014).

Se entrecruzan, los debates infinitos entre estado y mercado, la necesaria intervención de la sociedad y la capacidad de éstos para conducirnos hacia el desarrollo. Las metas comunes que deben compulsarnos al sostenimiento de la vida nos conducen al sostenimiento del mercado. La participación de los individuos en la sociedad se enfoca en lo que para el mercado es importante y en resolver los desequilibrios que este provoca.

Todo esto influye significativamente en la manera en que la sociedad se organiza y el individuo se organiza en sociedad. La configuración de redes, la reciprocidad, la cooperación, la confianza, la participación, elementos importantes en el accionar social, están permeados por esta racionalidad, condicionando la acción colectiva. Es por esto que se hace necesario comprender la toma de decisiones en las organizaciones, más allá de las perspectivas del pensamiento clásico, poniendo atención al cuerpo como espacio.

Reconociendo a la organización como experiencia de vida para cada ser, sea un espacio en su praxis y su poiesis, de creación de sí, vivido, percibido y concebido. Con el propósito de recuperar el mismo, como objeto de la experiencia y los sentidos mediante la triada: corporalidad-experiencia-sensorialidad, que en el contexto particular de las organizaciones han devenido en un espacio que potencia el ser genérico y el vaciamiento.

Comprendiendo la importancia del cuerpo paralela a la mente, dando importancia a la cognición corporizada y resignificando la confianza personal para la cooperación como mecanismo evolutivo y de cognición humana. Reconociendo el valor de la producción del individuo como proceso colectivo, sucediéndose en simultaneidad con el espacio, teniendo como eje la sensorialidad y la experiencia corporal, mediante los afectos que crean los encuentros.

La cognición corporizada, un paradigma que se extiende más allá de las teorías cognitivas tradicionales, enfatiza el papel del cuerpo en la configuración de los procesos cognitivos. Este artículo explora cómo la cognición encarnada se entrelaza con la confianza personal para influir en la cooperación dentro de los entornos organizacionales. La integración de estos conceptos contribuye a una comprensión más integral del comportamiento humano en las organizaciones.

Este artículo explora la dinámica interconectada entre la confianza personal, la cognición corporizada y sus implicaciones en la toma de decisiones para la cooperación en el entorno organizacional. Basándonos en investigaciones de ciencias cognitivas, psicología y estudios de gestión, para lograr el objetivo, se examina cómo la naturaleza corporizada de la cognición, influye en las percepciones, los comportamientos y los procesos de creación de confianza de los individuos en entornos organizacionales.

Además, con igual propósito, se indaga el papel de la confianza personal en la promoción de la cooperación entre los individuos dentro de una organización y se discute cómo estos factores retoman el análisis en la toma de decisiones, devolviendo la mirada hacia la importancia sobre el cuerpo. La integración de estos conceptos ofrece una comprensión integral de la intrincada red de relaciones que dan forma al comportamiento cooperativo en contextos organizacionales y su influencia en la construcción del ser.

Fundamentación teórica

La complejidad en la que se desarrollan las ciencias económicas está signada por una interdependencia a escala global que entreteje perspectivas ecológicas, sociales y económicas. En este contexto se integran enfoques multidisciplinarios para el desarrollo de las teorías organizacionales, uno de estos, son las teorías evolutivas. Desde las teorías organizacionales evolutivas y ecológicas tomaron su lógica desde la biología con teorías como la de sistemas.

En este ámbito, las teorías del interés personal, para explicar la toma de decisiones y predecir la conducta y el comportamiento humano implican la optimización de dos elementos clave, ya sea desde la perspectiva del individuo o llevada a la escala de la organización. Por un lado que el propósito para cada persona tenga los mejores resultados para sí misma y por otro, para el curso de su propia vida.

Esta búsqueda en distintas versiones nos conducen a tres caminos esencialmente: la felicidad, el deseo y el éxito. Contenidas en tres teorías: la hedonista, la de realización de los deseos y del éxito, presuponen la toma de decisiones racional, sobre la base de asignar el mismo valor a sucesos de igual relevancia y probabilidad de ocurrencia en el espacio temporal presente y futuro del individuo (Parfit, 2004).

Estas teorías explican en principio, la dinámica contenida en un fenómeno en el espacio tiempo, exponiendo sus mecanismos y elementos. En este espectro, la cooperación, mayormente tratada desde la teoría de juegos, ha mostrado desviaciones del paradigma base de homo economicus, el comportamiento actual incluye factores como la reciprocidad, la confianza y emociones asociadas.

Dichos estudios se han complementado también atendiendo a las preferencias sociales introduciendo el análisis del altruismo, la benevolencia, el sentido de la inequidad o la justicia. Sin embargo, estas han sido tratadas como otras preferencias que pudieran coexistir más allá de la presunción primaria del individuo que responde a intereses individuales.

Estos enfoques predominantes también influyen en las teorías de las organizaciones que abarcan diversos registros desde la teoría de costes de transacción y la teoría de contingencia. El consenso en este sentido, parte de una lógica donde a partir de recursos económicos y financieros limitados las organizaciones deben tener el mejor desempeño.

Lo que implica incrementar la eficacia y la eficiencia, en principio, propiciando que la teoría de interés personal se manifieste en la confrontación de diversos individuos, grupos y organizaciones. Las estructuras organizativas y los diseños de puestos de trabajo se inclinan hacia la formalización del comportamiento orientado a esta cosmovisión (Aksom, 2023; Pavlov y Micheli, 2023).

En la práctica organizacional esto implica una relocalización hacia nuevos sitios una vez sustraídos todos los recursos, perpetuando múltiples modos de explotación. En este sentido, las teorías de los grupos de interés han intentado ampliar los márgenes de análisis para la toma de decisiones. Para lo que se tienen en cuenta algunos de los agentes que a su consideración, pudieran ser relevantes para alcanzar los propósitos organizacionales.

Estos estudios, aunque se amparan bajo la lógica de las teorías con un sustento sociobiológico y evolutivo, contienen algunas inconsistencias no exploradas, en particular con las teorías evolutivas de la especie humana. En específico, la consideración subyacente de la construcción social del ser humano, como un individuo con una racionalidad limitada mayormente al interés propio, con poco relevancia de la participación de componentes afectivos. Derivándose la consecuente desvalorización de la interdependencia en sus procesos de desarrollo y sostenimiento para la vida.

Métodos

Con el propósito de visibilizar algunas contradicciones se utilizó el método inductivo-deductivo, para establecer conexiones desde diversas disciplinas, integrando perspectivas teóricas y estudios empíricos recientes. Para de este modo dar cuenta de los puntos de contraposición entre los enfoques clásicos tradicionales antropocentristas y enfoques ecofeministas, ecológicos, antropológicos, de las neurociencias y la filosofía. Mediante el análisis-síntesis se pudieron valorar los diferentes resultados de estas investigaciones y mostrar un constructo que permita un acercamiento a la confianza personal para la cooperación, teniendo como objeto de la experiencia y los sentidos mediante la triada: corporalidad-experiencia-sensorialidad.

Resultados

La exploración realizada, nos sitúan ante escenarios en los que el comportamiento organizacional considera a la selección natural, entendida en este contexto como vital para su supervivencia, como resultado de la competencia y no de la cooperación entre todos los seres y su entorno. Es así, como se modela la conducta y se reajustan las habilidades y competencias que resultan de mayor valor de cambio para el mercado.

Al tiempo que se crean jerarquías que conllevan asimetrías de poder, que conducen al tiempo a, diferentes formas de explotación y precarización no sólo del trabajo, sino de todo aquello que se considere como de utilidad en los considerados procesos productivos. En este sentido, la teoría del interés personal para el individuo, termina difuminándose con el interés de la organización y su evolución en el mercado.

Sin embargo, comparten sus orígenes con un primer sesgo: la fragmentación entre ser humano y naturaleza. La cualidad de este enfoque biologicista, implica una relación de dominación del ser humano sobre la naturaleza, extrapolado a los seres que son comprendidos como tal (Shiva y Mies, 2014). Esta concepción desigual prevalece en las organizaciones y nos confronta con algunos de los cuestionamientos que Parfit (2004) hiciera a la teoría de interés personal, cuando la analiza en sus propios términos.

La necesidad de crear acciones coordinadas con otros requirió adaptaciones cognitivas, motivacionales y emocionales, de manera que trascendiera relaciones temporales y generacionales. La interdependencia para la subsistencia permitió que la colaboración se sustentara en habilidades y tecnologías complejas que han de comunicarse en actos mutualistas (Tomasello et al., 2012).

En los diferentes abordajes sobre la evolución de la cooperación, la evidencia empírica no es capaz de soportar el paradigma del ser humano racional, en contraposición con la presencia de preferencias prosociales. Así lo demuestran, a pesar de partir de la lógica inversa, juegos económicos, de dictadores o de ultimátum (Kuzmicheva, 2020; Sage et al. 2023; Doyle, 2021).

En éstos, las personas esperan del compañero una oferta razonable conforme a sus normas culturales o se proporcionan recursos a individuos desconocidos, esperando generosidad y justicia de sus congéneres (Tomasello et al., 2012, Acedo-Carmona y Gomila, 2019). Desde este enfoque, la colaboración se percibe como mutualista y no como ayuda altruista, siendo considerada la primera, origen de la segunda.

A medida que la evolución humana se desenvuelve en contextos sociales cada vez más complejos e interdependientes, la selección social, se inclina hacia los socios más cooperadores. En este contexto, la coordinación emerge como una propiedad de la toma de decisiones individuales. En el caso de los humanos free riders, la selección social se realiza sobre la preocupación de los individuos por su propia reputación como incentivo.

La modelación de la conducta, es eficaz tanto como parte de un reforzamiento positivo como negativo a través del castigo, tal como lo muestran varios juegos económicos. En disímiles experimentos, los humanos tienen como tendencia tener en cuenta las necesidades, deseos y el bienestar de los demás en sus rutinas de vida, aunque esto involucre costos para quien tome las decisiones.

El concepto de nosotros produjo transformaciones en el ecosistema que influyeron de modo significativo en la evolución humana. Donde, la mentalidad del grupo se constituyó como la base para la organización cultural, y soporta la dimensión cognitiva de la colaboración humana . En términos biológicos evolutivos, la cognición y la cultura son características distintivas de la evolución humana, constituyendo manifestaciones de la cooperación (Tomasello et al., 2012).

El efecto del aprendizaje, en particular el de contingencia, es clave para la evolución, mediante el cual, los organismos tienen la posibilidad de seleccionar y diseñar sus entornos, a través del condicionamiento operante. La presión que estos entornos son capaces de ejercer permite que se creen patrones repetitivos, que impulsan adaptaciones genéticas y epigenéticas.

Lo anterior, complementado con la teoría de selección multinivel, explican como los comportamientos de cooperación, prosocialidad y altruismo, promueven el éxito de los grupos incluso en entornos de competencia limitada. La sociedad humana sienta sus bases en la cooperación, permitiendo un encuadre relacional que se sostiene en una equivalencia de estímulos.

El logro de redes combinadas, en situaciones conexas con diferentes funciones de respuesta, permite relaciones mutuamente implicadas (Hayes & Stanford, 2014). La cooperación propicia la simetría y la vinculación mutua, fortaleciendo la perspectiva desde la referencia social, la atención conjunta y la abstracción relacional no arbitraria permitiendo que la relación mutua tenga un sentido psicológico integrado.

La selección multinivel y la contingencia operante contribuyen a la asimilación genética y la eficiencia de la derivación, soportado en la larga data que como como contingencia de aprendizaje ha sido la cooperación. De todo lo anterior puede concluirse que, la evolución del ser humano contiene en sí, el desarrollo de capacidades que depende para su propia sobrevivencia de la comprensión de su interdependencia con sus congéneres y su entorno.

La cooperación, en este sentido es punto de origen y desarrollo evolutivo. Lo que proporciona mayor argumento y evidencia a la idea de que, la naturaleza del ser humano es menos proclive al egoísmo y se inclina más hacia comportamientos prosociales. Aunque persista cierto escepticismo en el ámbito investigativo al respecto.

En este contexto, la confianza personal, se desempeña como un mecanismo que permite sentar la cooperación sobre la benevolencia y el afecto (Acedo-Carmona y Gomila, 2019). Los autores expresan su vínculo en comportamientos cooperativos como expresión de un lazo afectivo que implica expectativas recíprocas. Colocando a la confianza personal, en el punto de origen para la confianza general y la base para la creación de redes a diferentes escalas de la sociedad.

La confianza como mecanismo de adaptación de la especie humana ha permitido una cooperación eficiente que garantice su supervivencia en entornos complejos. Como capacidad psicológica, permite incrementar la eficiencia en la toma de decisiones, en términos de gestión de la información y manejo de la incertidumbre, al tiempo que disminuye la ansiedad.

Los autores, exponen como las experiencias positivas previas crean una tendencia mayor a crear expectativas de repetición favorables, aún cuando no sean individuos con los que se hayan compartido directamente. Estudios previos en neuropsicología, han revelado que el cerebro, en sus partes, piensa y siente en unidad, sin que sean fácilmente separables sus procesos.

La cognición se entrelaza con la emoción y el afecto, estableciéndose relaciones entre las áreas cerebrales para realizar operaciones mentales. Estudios recientes de las neurociencias indican que el cuerpo tiene una capacidad de respuesta anterior a la toma de decisiones que se desencadena en el cerebro. Todos dan cuenta de la conexión que tienen nuestro aparato sensorial con lo que nos rodea en respuesta coordinada y de su capacidad (Soriano et al. 2023; Varela et al., 2017).

Llevado a su contexto y a las dinámicas que desde las organizaciones contemporáneas se suceden, conducen a disyuntivas en la toma de decisiones en contextos locales donde comunidades vulnerables deben elegir en contra de su propio bienestar a favor del interés del mercado. De este modo, falla la teoría del interés personal cuando, el individuo se enfrenta a la versión de sí mismo en el futuro.

La apropiación de recursos naturales como materia prima en cualquier cadena productiva, se encuentra en este dilema en su base, con respecto a la fuerza productiva que representa el trabajo. Generalmente, estos recursos que se encuentran en espacios ecológicos donde, el ser humano, como parte de este, debe decidir a favor de puestos de trabajo precarios para subsistir en el presente, en contra de su propia supervivencia a futuro.

En este sentido la figura 1 se muestran las problemáticas sociales y ecológicas, resultantes del impacto de las organizaciones el planeta a partir de la racionalidad predominante del modelo económico. Estos, se tornan invisibles junto a la perspectiva de la división del trabajo teniendo en cuenta a las mujeres y otros seres, que sin estar contenidos formalmente en la cadena de valor de las organizaciones son su sustento y soporte real (Mies y Shiva; 2014).

De igual modo ocurre, si valoramos que el excluirlos o externalizarlos desde el punto de vista de las teorías de la organización, implica el mismo sesgo a partir de la lógica de considerar a ésta, como un organismo vivo y sus estrategias de supervivencia y evolución aplicadas, en el marco de la teorías de interés personal.

Fig. 1 Environmental Justice Atlas

Fuente: Tomado de https://ejatlas.org/, 2023.

Esta percepción se comprende en las alternativas para el desarrollo que desde el ecofeminismo se plantean como punto de partida para el relacionamiento de todos los seres. Se recuperan en primera instancia, el reconocimiento desde un enfoque femenino, de todo el cuerpo como aparato sensorial conectado al todo, siendo productivo en toda su extensión. Su productividad, se orienta hacia el reconocimiento del trabajo como sostenedor de la propia vida, resignificando todos los seres como iguales y percibiendo a la propia tierra como un ente vivo, superando el antropocentrismo (Mies, 2019; Mies y Shiva; 2014).

En esta cosmovisión, también se revalorizan los saberes ancestrales en los procesos productivos y el rol de la mujer en la creación originaria de valor. Lo que enriquece la práctica organizacional con conocimientos tácitos autóctonos, que toman relevancia en el contexto de la cooperación y la creación de confianza personal a nivel individual, grupal e interorganizacional. Restableciendo el equilibrio para la creación de valor compartido, en la capacidad de sostener los procesos sustantivos de la vida y los seres que la contienen sobre la base de una conexión afectiva.

De este modo se promueve la toma de consciencia del valor que se genera en cada parte de la cadena productiva y de suministros, para eliminar relaciones de explotación subyacentes. Con este objetivo, se propone un acercamiento a lo que consideramos como lo otro pero que termina siendo parte nuestra como sujetos y objetos de consumo al tiempo. Lo que nos permite establecer una relación de cooperación amplia de alcance global y con nuestro propio yo en el futuro, siendo parte de ese todo (Mies, 2019).

En términos de las organizaciones, nuestra concepción de este se profundiza y se expande, en la comprensión de estructuras vitales más allá del mercado. La ruptura con el modelo patriarcal capitalista que perpetúa estas asimetrías de poder y que sustentan su modelo de desarrollo en la explotación colonial, se muestra como alternativa al interés personal. Deconstruyendo la noción de superioridad proporcionada por un enfoque con una división sexual del trabajo.

Shiva y Mies (2014), propone el desarrollo de la ciencia alejado del reduccionismo occidental de la modernidad, con principios femeninos no violentos, inclusivo y sin género. Lo que supone un cambio y ruptura de paradigma para las teorías organizacionales, sus dinámicas e implicaciones sociales, económicas, ecológicas y humanas.

El reconocimiento de lo anterior implica un acercamiento al individuo desde una dimensión más íntima como punto nodal de también al cuerpo desde otra dimensión. Para lo que se debe superar también la dicotomía entre nosotros y lo otro, considerando a la percepción no como una captación de forma sino como la solución a un conflicto (Simondon, 2020; Truco et. al. 2021).

Creando así, encuentros de nuevos significados al descubrir compatibilidades insospechadas, crea nuevas formas y estructuras para cada uno de los seres implicados y en la relación mismo. Es en este punto en particular, donde se hace vital, regresar a la perspectiva filosófica de Baruch Spinoza, en particular su atención al cuerpo y sus afectos, sobre la base de las que permiten la manifestación de la sustancia, en un continuo infinito material y de pensamiento.

Partiendo del reconocimiento, por un lado, a las leyes de la naturaleza que se soportan en el movimiento y el reposo y por otro, las leyes de la lógica, asociadas al entendimiento. Así como los aportes que desde la fenomenología y la nueva fenomenología, dan relevancia a la relación mente-cuerpo y a la atmósfera, donde se relacionan la estética y la cognición corporizada.

En las teorías de cognición social, la tesis de la mente extendida de Clark y Chalmers (1998) sirve de sustento para afirmar que algunos procesos mentales se componen por fragmentos del entorno. Se identificó en el movimiento y su dinámica, el punto de partida primario para la vida psicológica, desde donde se desprenden todas las formas de vitalidad.

De este modo, algunos procesos mentales ocurren fuera del individuo mismo más allá de su mente. A lo que Varela et al. (2017), en su tesis de la mente corporizada, había comprendido desde su concepción de la mente integrada a procesos y estructuras corporales y extraneurales que terminan por dar forma a nuestra cognición y determinando nuestras propias singularidades.

Desde el enfoque de la mente corporizada, la noción de intercorporeidad fue establecida en su Fenomenología de la percepción por Merleau-Ponty. A su juicio, es un fenómeno relacional y pre-reflexivo, donde los cuerpos fenoménicos establecen una relación interna en la que la otra persona parece finalización del sistema. Esto da lugar a lo que el investigador llama reversibilidad, llevando a un tipo de relación simultánea de “tocar-ser-tocado”, implicando una reversibilidad dinámica secuencial.

El término con el que él lo asocia, es «aesthesiological Ineinander”, entendido como entrelazamiento de cuerpos en el orden (cin)estético de nuestros sentidos (Merleau-Ponty, 1968). Lo que expresa de la siguiente manera:

“Lo que está abierto a nosotros, por lo tanto, con la reversibilidad de lo visible y lo tangible, es […] un ser intercorpóreo, un dominio presunto de lo visible y de lo tangible, que se extiende más allá de las cosas que ahora toco y veo” (1968, pp. 142-143).

De este modo se conduce a algo nuevo, la construcción de nuevos significados y sentidos, más allá de quienes perciben el contexto y que modifica a su vez a los cuerpos. En consonancia con el enfoque spinociano, podría conectarse con Merleau-Ponty (2012), cuando escribe que: ¨todo sucede como si la intención de la otra persona habitara mi cuerpo, o como si mis intenciones habitasen su cuerpo¨ (pp.190-191). Los sistemas nerviosos, el motor, el ambiente, la red neuronal, se acoplan en una misma experiencia corporizada.

Estas teorías contienen lo que Spinoza expresaba con ¨la idea de la afección, cualquiera que ésta sea, en cuya virtud el cuerpo humano es afectado por los cuerpos exteriores, debe implicar la naturaleza del cuerpo exterior¨ (Proposición 16, Libro 2). Con esta misma base, Rowlands (2010), propone que cuatro ideas sobre la mente: extendida (extended), corporizada (embodied), enactiva (enactived) y situada (embedded), conocidas como las 4E.

Desde la perspectiva de la mente situada (embedded), el medio ambiente y los procesos mentales de los individuos funcionan en sincronía. Esto propicia un funcionamiento óptimo y una localización fuera del propio cerebro de los procesos cognitivos. Las percepciones no requieren estar mediadas por simulaciones ni inferencias teóricas, sobre el comportamiento ni los proceso mentales del otro.

En su eje, estas percepciones son enactivas, por lo que nos conduce a la generación de una acción como respuesta o como una potencial interacción, desde esta perspectiva, la percepción de la propia emoción y de la intención son igualmente activas. La mente, se constituye tanto por procesos neuronales como por las acciones que se suceden entre el organismo y su ambiente.

En este intercambio, el movimiento se sucede incluso, desde la formación de expectativas de cambios en nuestra experiencia propia, en la de otro con el que interactuamos, pero también de la sinergia que surge de los posibles movimientos de ambos. Existe un enfoque también del embodiment, que enlaza el desarrollo cognitivo unido al movimiento y conectado a éste. Los que es susceptible de modificación es el modo en que son acoplados, fortaleciéndose y construyéndose diversos mapas neuronales a partir de la selección experiencial fortalecida o debilitada.

La teoría de la interacción, es también un enfoque corporizado, en este, la visión enactiva destaca el rol de los procesos no representacionales que comprometen al cerebro, el entorno y el cuerpo de los individuos. La intercorporeidad implica, un acoplamiento dinámico con la otra persona, por medio de interacciones intersubjetivas que se dan en el contexto de la socialización. Vemos a los otros en términos de posibilidades de acción social, donde ambos sistemas van formando uno nuevo o nuevas formas.

El cuerpo, no es una representación del cerebro y tampoco son elementos separados entre sí. El cerebro, el cuerpo y el ambiente son elementos de un sistema mayor, que interactúan acoplados como una unidad explicativa en relación a la cognición social. De lo que pueden derivarse nuevas estructuras, o reestructuras en los espacios peripersonales experimentados.

En estos estudios, las identificadas como neuronas espejos, su activación es parte del sistema más grande que lo comprende todo, y que en su acoplamiento dinámico conforma una unidad explicativa para la cognición social. Mediante interacciones intersubjetivas, los procesos de carácter anticipatorio, se cumplen o se corrigen, conllevando también a posibles rupturas.

Esta secuencias inconscientes coordinan percepción, comunicación, acción, ritmo, movimientos, emociones u otros. Estas neuronas tienen una activación prospectiva y predictiva, anticipándose a la acción del otro, preparando respuestas con intencionalidad motriz y configuracional.

Desde esta aproximación enactiva, la corporización neural y extracorporal, el esquema corporal incluye procesos periféricos y ecológicos formando esquemas conjuntos corporales (Merleau-Ponty, 2012). Clark & Chalmers (1998) en su enfoque de mente extendida, explicaban que los sistemas de la cognición se extienden más allá de los límites físicos del organismo. Éstos y sus herramientas son constituyentes de un sistema cognitivo mayor.

Más recientemente a estas 4E, Fingerhut (2014) ha añadido una A relacionada con lo afectivo para otros como una E, de emocional. Sobre la base argumentativa de la obra de Damasio, identificada como El error de Descartes, establece que nuestra cognición no es afectivamente neutra. Este neurobiológo rescata en sus investigaciones, el rol de las emociones en el pensamiento humano y su trascendencia en nuestras propias vidas.

El mundo interpersonal presupone intercambio dinámico y ensamble entre exterocepción y propiocepción, resultantes de nuestros cuerpos en interacción. El mundo emocional tiene un rol protagónico en la interacción, tal como lo revelan diferentes estudios empíricos. Los estudios muestran, cómo los movimientos cinemáticos son intrínsecos a las dinámicas entre cuerpos y el modo en que son afectados entre sí y por su entorno.

Esto nos muestra sus propios límites, el mundo invisible de los seres que lo sustentan y los que finalmente deben recomponer la red conectiva de la vida. Este universo aparentemente ajeno, se experimenta el verdadero flujo de la vida, en el interior de cada ente y en sus relaciones.

En la construcción de nuestra humanidad como seres sintientes que cohabitan en el planeta; dispersos, atomizados e invisibles, existen los que aseguran la supervivencia de todo lo vivo. Esta concepción, sobre la que se sustentan las teorías económicas predominantes, han terminado por transversalizar y resignificar todas las esferas de nuestra humanidad.

Limitando el aprendizaje del contacto con otros a su contribución para la sobrevivencia individual, cargándola de una sensación de soledad e indiferencia; y restringiendo la libertad al ámbito de la elección de consumo. La búsqueda y encuentro con la identidad personal se torna contradictoria, en tanto, pretende desarrollase mediante la individualización y la división del trabajo (Mies, 2019; Shiva y Mies, 2014).

Queda entonces soslayado el cuerpo mismo, vaciado, genérico; su esencia natural arrebatada, reprimida, olvidada; la producción colectiva de sí marginada, fetichista; los encuentro y los afectos creados en el propio cuerpo negados. Aunque el proceso de la condición humana misma, requiera cooperación y unicidad, se reduce al espacio del individuo para la reproducción social.

Para establecer nuevas conexiones intra e intersubjetivas que nos permitan reconocernos, pero también trascender las dicotomías que nos limitan. Debemos repensar nuestra relación-objeto como seres humanos en el contexto de la modernidad, con nosotros mismos, con los objetos con los que establecemos diálogos cotidianos silenciosos y con la naturaleza.

La vulnerabilidad, entonces, debe ser entendida desde nuestros cuerpos hasta extenderla solidariamente a todos los seres. Transformándose también el entendimiento de las relaciones con todo lo que existe hacia nuevos horizontes, no utilitarios, no antropocéntricos y no hegemónicos (Mies, 2019; Shiva y Mies, 2014; Simondon, 2020).

Las praxis ecológicas en sus diferentes núcleos parciales de existencia, centran su atención en la identificación de los transmisores potenciales de sentidos, subjetivación y de singularización. En este sentido, las organizaciones, en las que se configuran mayormente los modos y los espacios del ser en la sociedad moderna, desde la perspectiva empresarial racional económica que recrea y reproduce la existencia, devienen en recursos, entes materiales descorporeizados.

Sin embargo, al retirársele el reconocimiento de significación, este no es anulado, sino que el cuerpo como espacio, como territorio, se erige como un elemento disidente que exige configuraciones existenciales diferentes. En las organizaciones, no ocurre una desterritorialización suave que conduzca a modelos de relacionamiento procesales constructivos, a modo de agencia.

La cognición encarnada que postula que los procesos cognitivos están profundamente entrelazados con las experiencias sensoriales y motoras. En el contexto organizacional, implican que el entorno físico, los espacios de trabajo e incluso la comunicación no verbal pueden impactar significativamente los procesos cognitivos y la toma de decisiones de todas las personas en la organización.

Comprender cómo la cognición incorporada influye en el comportamiento individual y colectivo es crucial para una gestión organizacional. Al tiempo, propone un método de exploración que contribuye a valorar la participación y modelación del individuo como espacio y sujeto-objeto de sí mismo, que se construye en la interacción de los otros mediada por la espacio organizacional.

En éstas, se da con mayor frecuencia este fenómeno de modo más brutal, donde se destruyen múltiples formas de expresión, sobre la base del desmembramiento de redes de colaboración autóctonas. Que en última instancia, tal como reconociera Nowak (2006), estos nodos de cooperación, son los que constituyen la arquitectura de la creatividad a través de la evolución toda y la base para la construcción de la complejidad evolutiva.

Su importancia reside en su contribución directa en la creación y fortalecimiento del imaginario social, de sentidos en la colectividad, permitiendo un encuadre relacional que se sostiene en una equivalencia de estímulos. La cooperación y la confianza personal contenida en esta se entretejen como mecanismos de evolución cognitiva y humana, que contribuyen de manera significativa a la producción y reproducción social; y con ello garantizan la continuidad de las sociedades en el tiempo, de su cultura y de sus significados.

Proporcionando una sostenibilidad que no sólo incluye los procesos que aseguren la existencia de las especies, incluyendo la humana, del espacio físico y los sistemas de los que dependen, sino que les proporciona calidad, equilibrio y armonía en la humanidad, entre lo humano y su entorno.

La confianza personal, se desempeña como un mecanismo de adaptación de la especie humana que ha permitido una cooperación eficiente, garantizando su supervivencia en entornos complejos. Sobre la base de la benevolencia y el afecto, se expresan lazos afectivos que implica expectativas recíprocas, las experiencias positivas previas crean una tendencia mayor de repeticiones favorables, aún cuando no sean individuos con los que se hayan compartido directamente.

Como capacidad psicológica, permite incrementar la eficiencia en la toma de decisiones, en términos de gestión de la información y manejo de la incertidumbre, al tiempo que disminuye la ansiedad. La confianza personal, origina la confianza general, sosteniendo la creación de redes a diferentes escalas de la sociedad (Acedo-Carmona y Gomila, 2019).

En este orden de ideas, se han realizado estudios híbridos teórico-empírico pniendo a prueba las teorías filosóficas de Gilles Deleuze y Baruch Spinoza contrastada con la investigación etnográfica sobre la colaboración de emergencia realizada antes y durante la respuesta de emergencia del Reino Unido al COVID-19 (Sage et.al., 2023). En este en particular, se exploraron una variedad de afectos asociados a la tristeza que prevalecen y potencian la acción tanto a favor como en detrimento de la colaboración, actuando como moderadores de una confianza excesiva.

Lo que en términos de una confianza esta variedad de afectos tristes pueden prevalecer y ser beneficiosos en circunstancias de una colaboración de emergencia. Lo que llama la atención sobre el papel pasado por alto de las vacilaciones del afecto entre alegría y tristeza dentro de este tipo de colaboración. Este hallazgo descentra, pero no ignora, el papel de la confianza dentro de las teorías y prescripciones de los profesionales sobre la colaboración de emergencia.

Esto aporta a resultados empíricos sobre cómo en los dilemas sociales donde los beneficios personales entran en conflicto con los beneficios colectivos, existe un incentivo para que las personas se comporten de forma no cooperativa como aprovechadores. La observación cotidiana revela comportamiento orientado hacia los demás, que impulsa las decisiones de conservación, en actividades reales colectivas comunitarias.

Se integran en estos procesos información perceptiva externa del entorno con estados emocionales internos y experiencias previas para generar representaciones neuronales probabilísticas de eventos. Las que se manifiestan principalmente por debajo del nivel de conciencia de una persona, afectando las expresiones corporales espontáneas y su comportamiento en potencia.

La confianza personal es un componente crítico de las relaciones interpersonales exitosas y de la colaboración dentro de las organizaciones. La confianza facilita la comunicación efectiva, reduce la incertidumbre y promueve una cultura organizacional positiva. Examinar los aspectos cognitivos y emocionales de la confianza personal proporciona información sobre su papel como catalizador de la cooperación entre los miembros del equipo.

La integración de la cognición corporizada y la confianza personal revela una interacción dinámica entre las experiencias físicas, los procesos cognitivos y el desarrollo de la confianza dentro de los contextos organizacionales. Por ejemplo, las señales no verbales y la proximidad física pueden influir en la percepción de confiabilidad, impactando el establecimiento y mantenimiento de la confianza entre colegas.

Comprender la relación recíproca entre la cognición corporizada, la confianza personal y la cooperación tiene profundas implicaciones para las teorías de la gestión organizacional. Los gerentes pueden aprovechar este conocimiento para diseñar entornos de trabajo que fomenten experiencias corporales positivas, cultiven la confianza y, en última instancia, mejoren la cooperación entre los miembros del equipo. Del mismo modo, que proporciona un punto de partida para reflexiones éticas significativas que cuestionen la contribución de las interacciones en la construcción colectiva de las personas.

Conclusiones

Lo previamente expuesto, nos conduce a cuestionarnos en estos dos sentidos nuestra concepción de las organizaciones. Su desconexión por una parte, con un enfoque antropocéntrico del ecosistema del que somos parte como seres humanos. Que transversaliza la concepción de las organizaciones que nos contienen y en las que desarrollamos nuestra propia vida. Mientras que por otro, a nivel individual se propicia una fragmentación del ser y una preponderancia de lo racional sobre lo emocional.

La cooperación y la confianza personal son reconocidas desde las ciencias que estudian la evolución y la cognición humana como mecanismos clave. Reconocimiento que desde el ecofeminismo se integran y toman forma teórico-práctico, para reivindicar la naturaleza prosocial de los seres humanos y los procesos que sostienen la propia vida. Comprendiéndonos desde nuevas formas de relacionamiento afectiva, rompiendo el paradigma antropocéntrico y explotador, en contraposición a la racionalidad económica y patriarcal.

La cognición corporizada, por su parte, postula que la mente no sólo está influenciada por el cerebro sino que está estrechamente conectada con el cuerpo y sus interacciones con el medio ambiente. En este marco, la confianza personal, se torna un componente vital de las relaciones interpersonales, que juega un papel fundamental en la configuración de los esfuerzos de colaboración dentro de las organizaciones.

4. Este artículo ha explorado las intrincadas conexiones entre la cognición encarnada, la confianza personal y la cooperación en las dinámicas organizacionales. Al reconocer la interdependencia de estos elementos, las organizaciones pueden desarrollar estrategias de gestión más efectivas, mejorar la colaboración y crear una cultura en el lugar de trabajo e incidir en la toma de decisiones a diferente escala en las organizaciones. Entendiendo de forma crítica, el impacto que tienen en la construcción del individuo en sociedad y en la producción y reproducción de significados compartidos que son expresados por el cuerpo y en el cuerpo.

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Conflicto de intereses

Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.